Una de las características del estilo Rococó será la marca
de diferencia entre exteriores e interiores. El interior será un lugar de
fantasía y colorido, mientras la fachada se caracterizará por la sencillez y la
simplicidad. Se abandonan los órdenes clásicos, y las fachadas de los edificios
se distinguirán por ser lisas, teniendo, como mucho, unas molduras para separar
plantas o enmarcar puertas y ventanas. La forma dominante en las edificaciones
rococó era la circular. Un pabellón central, generalmente entre dos alas bajas
y curvas y, siempre que era posible, rodeado de un jardín o inmerso en un
parque natural. Otras edificaciones podían tomar la forma de pabellones
encadenados, en contra del típico edificio «bloque», propio de la etapa
anterior.
En este momento la ventana aumenta progresivamente de
medida, hasta la puertaventana o (ventana francesa), obteniendo una
interrelación entre interior y exterior que consigue la ideal fusión con la
naturaleza, con el paisaje y el entorno. Se descartan los marcos en ángulo
recto, demasiado rígidos, y se adoptan ventanas arqueadas. Se elimina o reduce
el uso de esculturas monumentales, limitándolas a la ornamentación de los jardines.
En cualquier caso, el aspecto más destacable de los
interiores rococós es la distribución interna. Los edificios tienen estancias
especializadas para cada función y una distribución muy cómoda. Las
habitaciones se diseñan como un conjunto que, con una marcada funcionalidad,
combinan ornamentación, colores y mobiliario.
Por su misma naturaleza, estas tendencias arquitectónicas
tuvieron muy poco reflejo en las construcciones oficiales, fueran laicas o
eclesiásticas. En cambio, el nuevo estilo fue perfecto para las residencias de
la nobleza y la alta burguesía, las clases más ansiosas de cambiar según los
nuevos cánones y las más dotadas de medios económicos para conseguirlo.
En Alemania, especialmente en Baviera, el Rococó entra con
mucha fuerza y supera las fórmulas barrocas. Destaca, a diferencia de Francia,
la capacidad de adecuar el estilo a construcciones religiosas que consiguió el
rococó alemán. Entre los autores de las obras más destacadas encontramos a
artistas franceses y alemanes como François de Cuvilliés, Johann Balthasar
Neumann y Georg Wenzeslaus von Knobelsdorff, que realizaron la preparación de
Amalienburg cerca de Múnich, la residencia de Wurzburgo, Sanssouci en Potsdam,
Charlottenburg en Berlín, los Palacios de Augustusburg y Falkenlust en Brühl,
Bruchsal, el Palacio Solitude de Stuttgart y Schönbrunn en Viena.
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